Tipos de Conversaciones
Friedrich Niettzsche
¿La Comunicación es fácil o difícil? ¿Cuáles son algunos desafíos que tienes al comunicarte? ¿Qué impactos o consecuencia has vivido por comunicarte de manera efectivo o inefectiva? ¿En algunas conversaciones te sientes estancado?
Por ejemplo, observas que cuando conversa de dinero con tu pareja la comunicación se estanca o no avanza… o cuando hablas con tus equipos sobre acuerdos y compromisos… y se repite lo mismo todo el tiempo…
Lamentablemente, ante la falta de habilidad para comunicarnos con efectividad, se generan pobres liderazgos, culturas improductivas y relaciones humanas conflictivas y llenas de caos. El caos ocurre cuando la incompetencia es muy alta. La falta de comprensión mutua lleva a que, en vez de agregar valor, las interacciones lo destruyan.
«La solución a los problemas que uno experimenta está en vivir en forma tal que lo problemático desaparezca.
Quien vie en forma apropiada, experimenta el problema sin tomarlo como problemático, no con tristeza, sino con júbilo; más como una brillante oportunidad, que como una restricción no deseada.»
Ludwig Wittgenstein
Cómo pensamos que nos comunicamos
Las conversaciones difíciles pueden generarse debido a los tres niveles en que suceden: el oculto, el privado y el público
En las conversaciones privadas, cada persona tiene un discurso público, uno privado (que se reserva) y uno oculto (que ni siquiera él conoce). La interacción (flechas gruesas) parece ocurrir entre las conversaciones públicas, mientras que los otros se mantienen escondidos. No revelar los discursos privados y ocultos, sin embargo, no parece ser importante. Ellos son “pequeños” en relación a los discursos públicos.
Cómo nos comunicamos realmente
En realidad, las interacciones humanas se acercan más a esta representación.
El discurso público es el relativamente “pequeño” y al ocultar el discurso privado se sustrae una parte importante de la información relevante.
Sin embargo, ocultar el discurso privado ¡es imposible! Uno puede tratar de esconder o ignorar sus pensamientos y emociones perniciosas, pero se traslucen.
Intentar tapar la columna izquierda (conversación privada) con la derecha (conversación pública) es tan imposible y frustrante como intentar cubrirse en una fría noche de invierno con una frazada de bebé. A veces los sentimientos y pensamientos más profundos (ocultos) resultan evidentes para el interlocutor mientras que permanecen en el punto ciego de la propia conciencia.
Una conversación es difícil porque nos sentimos amenazados en lo que hacemos (la tarea), en nuestras relaciones y también a nivel individual, es decir, en nuestro YO.
Toda conversación tiene tres niveles o aspectos:
En el proceso de análisis de estos tres aspectos surgen interrogantes que contribuyen con su abordaje, tal como veremos a continuación.
Tiene que ver con la tarea en ejecución.
Las conversaciones más difíciles implican desacuerdos con respecto a:
También surgen preguntas como: ¿Quién dijo tal cosa? ¿Quién hizo tal otra y por qué las personas dijeron o hicieron o esas cosas? ¿Quién actuó correctamente? ¿Quién actuó incorrectamente? ¿Quién debería ser elogiado? ¿Quién debería ser reprendido?
En este nivel la situación es siempre mucho más compleja de lo que cualquiera de las partes puede percibir.
Tanto porque existen hechos relevantes que sólo conoce una de las partes como porque existen pensamientos y sentimientos importantes que no hemos dado a conocer.
No obstante, cada interlocutor cree saber todo lo necesario para comprender acabadamente lo que estás sucediendo.
El objetivo es demostrar que “Yo tengo razón y tú estás equivocado”.
Tiene que ver con los vínculos que se establecen y las emociones que sienten los involucrados.
“Las conversaciones más difíciles implican dudas acerca de la manera de relacionarse.”
Las preguntas que suelen surgir son:
¿Tenemos un vínculo estrecho? ¿Estamos alineados? ¿Tenemos un propósito común? ¿Nos brindamos colaboración? ¿Podemos sentir confianza mutua? ¿Nos respetamos? ¿Alguna situación crítica ha puesto en peligro nuestra relación? ¿Qué opinas de mí? ¿Qué opino de ti? ¿Qué debería hacer con respecto a ti y tus opiniones? ¿Qué deberías hacer tú con respecto a mí y mis opiniones?
La dificultad surge cuando las preguntas que nos hemos planteado anteriormente no están resueltas
En el nivel de las relaciones, del nosotros, las hipótesis y las expectativas no expresadas pueden generarnos desilusión y resentimiento hacia el otro.
Cuando a una conversación difícil le sumamos la crítica, la actitud defensiva se transforma en desprecio.
Como consecuencia, terminamos por distanciarnos mutuamente y perdemos el sentido de la solidaridad.
Llegamos a la conclusión de que habría sido inútil hablar francamente sobre lo que ocurre porque estamos claramente en desacuerdo.
Suprimimos nuestros sentimientos y evitamos hablar sobre la relación.
Este aspecto tiene que ver con la identidad y la autoestima de las personas involucradas en una conversación difícil.
En las conversaciones difíciles las personas creen que su sentido de la identidad y su auto- estima está en riesgo.
Las preguntas más frecuentes que contribuyen a ser más conscientes de este aspecto son:
¿Cómo me siento? ¿Qué significa esta situación para mí? ¿Mis sensaciones son pertinentes? ¿Qué es lo que esto revela sobre mi persona? ¿Debería decirlo u ocultarlo? ¿Qué pensarán los otros de mí? ¿De qué manera influirá eso en mi bienestar?
Una conversación difícil es, precisamente, difícil porque nos sentimos amenazados en los tres aspectos: operacional, relacional e individual.
Sentirnos amenazados nos coloca a la defensiva y esto pone al descubierto el controlador arrogante que podemos ser, que cree que sabe sin equivocarse, lo que está ocurriendo y también anticipa lo que debe ocurrir. Y sin embargo está equivocado.
Las dificultades también se dan cuando generalizamos, etiquetamos, o creemos que adivinamos lo que piensa el otro derivado de los mapas mentales.
En el nivel individual, cuando la imagen que tenemos de nosotros mismos es cuestionada nos sentimos avergonzados y amenazados. Caemos en lo que David Burns denomina “pensamiento polarizado”, una lógica del todo o nada según la cual somos totalmente competentes o totalmente incompetentes; totalmente buenos o totalmente malos; totalmente meritorios o totalmente carentes de mérito, sin un punto intermedio.
Por lo tanto, cualquier cosa menos que perfecto, es horrenda y cualquier cosa menos que un elogio es un insulto. Nos esforzamos por proteger nuestra identidad, proclamando que tenemos toda la razón y el otro está totalmente equivocado. (El otro, por supuesto, se siente igualmente amenazado y también adopta una actitud defensiva, lo cual crea una situación irresoluble).
Liberándonos de los desechos tóxicos conversacionales
Ya descubrimos que en la columna izquierda se “esconde” mucha información importante, pero que al no expresarse se convierte en desecho tóxico.
¿Qué hacemos con estos desechos tóxicos?
En las conversaciones difíciles a veces optamos por “escupir nuestra verdad” creyendo que sentiremos alivio, y en realidad no es así.
Esos pensamientos y sentimientos “en bruto” contaminan el medio psico-social donde se desenvuelven nuestras relaciones y nuestro propio bienestar. La descarga genera agresión y hostilidad. Impide solucionar los problemas y destruye el respeto mutuo.
También tendemos a tragarnos nuestros pensamientos y sentimientos, porque si los expresamos “las cosas se pondrán peor de lo que están.”
Esto tampoco resulta. El silencio ayuda a evitar enfrentamientos inmediatos, pero no genera soluciones. Ocultar información relevante no permite descubrir y afrontar dificultades.
Si un conflicto real permanece oculto, las personas pierden gran cantidad de tiempo discutiendo asuntos menores. Las relaciones interpersonales se dañan. Entretanto, los desechos tóxicos están en nuestro vientre.
Estamos frente a un cuatridilema, es decir, un dilema que nos pone ante cuatro alternativas.
Si no desea descargar el “veneno” de sus pensamientos y emociones no expresados en sus conversaciones y tampoco quiere tragarlo, ¿Qué puede hacer? Puede procesarlo.
¿Cómo detoxificar?
Para hacer fácil una conversación difícil, necesitamos:
Para ello es indispensable
“Una buena conversación debe agotar el tema, no a sus interlocutores.”
Winston Churchill