La clave es encarar esta negociación con la filosofía ganar-ganar. Mediante la consideración de los intereses que están por debajo de las posiciones, se pueden encontrar modos de expresar (y de que otros expresen) sus emociones en forma compatible con la situación y con los valores.
La cuarta competencia consiste en comprender la emoción y considerar la racionalidad de sus pensamientos fundantes.
Como vimos, toda emoción está validada por los pensamientos que la subyacen. Por eso no tiene sentido desafiarla o analizarla. Pero no hay ninguna garantía de que estos pensamientos estén bien fundados en la realidad (no hay datos para creer que hay un monstruo en la oscuridad cuando nuestro hijo pequeño nos llama asustado en la noche), o que estos pensamientos lo ayuden a uno a perseguir sus objetivos (no sirve para nada enfocarse en los aspectos incontrolables de la situación).
En la etapa de análisis, lo importante es usar la razón para indagar las fuentes de la emoción y su validez. También considerar las posibles vías de expresión que utilicen la energía emocional en forma productiva, es decir, que operen con efectividad, en armonía con los objetivos de largo plazo y en integridad con los valores.
El líder puede actuar como un observador desapegado (es decir observar desde la cuarta perspectiva, como un testigo no involucrado), además de aceptar y regular la energía emocional, ahora se convierte en un analista reflexivo. Es necesario distinguir la reflexión racional, de la recriminación. Analizar no significa invalidar ni censurar; significa evaluar la validez de los pensamientos y la conveniencia relativa de las diferentes acciones posibles. Es la cuarta perspectiva, la del testigo.
De acuerdo con el Dr. Daniel Viscott:
“Si uno viviera de manera honesta, su vida se arreglaría sola. Si uno actuara con total honestidad, expresando sus verdaderos sentimientos a la persona que más necesita escucharlos, tal vez uno mismo, estaría haciendo su parte para ayudar al proceso de curación natural. Los beneficios que recibiría serían: estar en paz con su conciencia, sentirse saludable y estar conforme con uno mismo, siendo tal como es. También uno envejecería más lentamente, porque la energía que usaba para reprimir las emociones quedaría disponible para mantenerlo joven”.
Viscott informa haber encontrado estas consecuencias positivas en todos los pacientes que se embarcaron en lo que él llama “el proceso terapéutico natural”. Este proceso se basa en que la persona:
Para expresar las emociones en forma consciente, es absolutamente necesario desarrollar las competencias descritas anteriormente y tomarlas como pasos necesarios: conciencia, aceptación, regulación y análisis.
Goleman comenta que, en sus conversaciones con gente de negocios en todo el mundo, ha encontrado dos equivocaciones generalizadas: