Nace de la voluntad de servicio: apunta a los intereses del otro, por lo tanto, es fundamental escuchar y entender su situación para hacer propuestas que le generen utilidad. Esta es la base de una “actitud de servicio”, la aspiración de servir al otro para que este alcance sus objetivos. La capacidad de hacer ofertas, está directamente relacionada con la capacidad de convertirse en una oportunidad para el otro. El éxito de una empresa depende de su habilidad para ofrecer valor a sus clientes y conseguir que estos clientes retribuyan tal valor con más dinero de lo que cuesta generarlo.
Implica un riesgo: porque si la oferta es rechazada puede que la persona piense que lo ofrecido no tiene valor para el otro y si su modelo mental le condiciona aceptación a estima personal, ésta puede verse afectada. Entonces optan por no hacer ofertas. El miedo al rechazo hace que uno, literalmente, se frustre a sí mismo para evitar ser frustrado por los demás. Esta represión engañosamente protectora es la causa principal de pérdidas ocultas: el no ofrecer hace que uno pierda oportunidades de interactuar con los demás, de establecer relaciones más profundas y de crecer mediante el servicio.
Hay personas que no hacen ofertas, asumen un papel pasivo al no querer exponerse o mostrarse a los otros, y entonces pasan inadvertidos pudiendo ser valiosos recursos para los demás.