La auto-consciencia y/o auto-conocimiento nos ayuda a:
Darnos cuenta de lo que pasa dentro de ti.
Sentir nuestros estados emocionales. Reconocer nuestras emociones es una habilidad de supervivencia.
Reflexionar sobre nuestras emociones y ser conscientes de nuestros estados de ánimo.
Darnos cuenta que lo estamos sintiendo, tener conciencia de tu sentir.
Incrementar la intensidad de “darte cuenta”, convertirnos en un observador de nosotros mismos.
Desarrollar la capacidad de observarnos.
Ser testigo de lo que nos pasa.
Observar la emoción que nos inunda y entrar en contacto con las sensaciones que nos produce en nuestro cuerpo. Cada persona tiene una manera particular de expresar sus emociones.
Sin la autoconciencia sobre las emociones no eres tú quien las tiene, sino que ellas te tienen a ti.
Mientras menos atención prestes, menos alerta estarás y más grande será la probabilidad de que vivas una vida gobernada por impulsos inconscientes y rutinas automáticas.
Cuando desarrollas muy poco la capacidad de ser testigo-observador, pierdes el contacto con tus emociones, cada vez sabes menos que hacer con ellas y no tienes idea de cómo te pueden ser útiles.
Menos capaz serás de desarrollar la parte enfocada y concreta de ti mismo.
La auto-conciencia es la base de la libertad y la responsabilidad, indispensable para manejar emociones y acciones.
Al no conocer tus emociones, ellas te poseen y dominan, las emociones te ocurren y pierdes una gran oportunidad para sacarles provecho y utilizarlas a favor de tus objetivos y sueños.