Liderazgo Personal
Módulo 3
Libertad Incondicional
¿Qué son los modelos mentales?
Peter Senge expresa que los modelos mentales “son supuestos profundamente arraigados, generalizaciones, ilustraciones, imágenes o historias que influyen sobre cómo entendemos al mundo y cómo actuamos en él”.
Operan de manera no consciente, no nos damos cuenta que están allí como lentes
coloreando cómo percibimos el mundo e impactan nuestras vidas personales, nuestro
ámbito laboral, nuestras organizaciones sociales. Nos permiten dar sentido a la realidad y nos orientan cómo operar en ella con efectividad.
Los modelos mentales condicionan todas nuestras interpretaciones y acciones. Definen
cómo percibimos, sentimos, pensamos e interactuamos.
Había una vez seis hombres ciegos que vivían en Indostán, que querían ampliar sus conocimientos y aprender cómo era un elefante, por lo que decidieron que cada uno, por la observación del tacto, podría satisfacer a su mente.
El primero, al acercarse al elefante, chocó contra su lado ancho y fornido, por lo que en seguida empezó a gritar:
“¡Bendito sea Dios! ¡El elefante es muy similar a una pared!”
El segundo, palpándole el colmillo, gritó:
“Oh! lo que tenemos aquí, es muy cilíndrico, suave, y aguzado. Para mí esto es muy claro, esta maravilla de elefante es muy parecido a una lanza”.
El tercero se acercó al animal y tomó la trompa, la cual se retorció en sus manos. Así, audazmente dijo:
“Yo veo”, acotó, “que el elefante es igual que una serpiente”
El cuarto extendió su ávida mano Y se posó sobre la rodilla:
A lo que más esta bestia maravillosa se parece, es muy llano”, comentó él; “Es bastante claro que el elefante es semejante a un árbol”.
El quinto, que se arriesgó a tocar la oreja, dijo: “Hasta el hombre más ciego puede decir a lo que esto más se parece:
Niegue el hecho quien pueda, esta maravilla de elefante es igual que un abanico”.
El sexto, en cuanto empezó a tentar a la bestia, asió su cola oscilante.
“Yo veo”, dijo él, “que el elefante es como una soga”.-
Y así, estos hombres de Indostán continuaron disputando ruidosa y largamente.
Cada uno se mantenía en su propia opinión, siempre más rígida y fuerte, por lo que no podían llegar a un acuerdo ya que, como podemos ver, aunque cada uno estaba en parte en lo cierto, todos estaban errados.
A menudo nos vemos en situaciones similares a la de los seis hombres, dadas nuestras diferencias de percepciones.
La verdad de A contra la verdad de B
YO TENGO RAZÓN
Las diferentes percepciones, opiniones y acciones no constituyen un problema en sí mismas.
Ellas se vuelven conflictivas, sin embargo, cuando cada persona cree que su manera de ver las cosas (de acuerdo con su modelo mental) es la única manera de verlas; al menos, la única “razonable”. Por supuesto la “razonabilidad” es una opinión condicionada por el modelo mental de cada persona. Cada uno cree que su modelo mental es el válido. En vez de utilizar las diferentes percepciones para expandir sus perspectivas e integrarlas en una visión común, cada uno de los interlocutores se aferra a su punto de vista. En vez de indagar sobre el razonamiento del otro para comprender su modelo mental, los interlocutores se traban en una batalla para definir quién tiene la razón, quién tiene la interpretación “correcta” de la realidad.
AMNESIA PARADIGMÁTICA
En “La estructura de las revoluciones científicas,” Thomas Kuhn describe cuán difícil es para los científicos recordar que sus paradigmas prevalecientes son desarrollos históricos, en vez de verdades atemporales. Un paradigma es un modelo mental colectivo que articula una visión coherente de la realidad y organiza las teorías existentes en un momento dado, hasta que es sustituido por otro que provee un mayor grado de explicación de la misma realidad.
Estos paradigmas comienzan como un desafío revolucionario para la ortodoxia. Pero una vez que son aceptados se convierten en el dogma establecido de la profesión. Con el tiempo, la comunidad científica “olvida” que antes de la última revolución hubo muchos paradigmas que fueron oportunamente desautorizados y que cada uno de ellos, en su momento, parecía ser “el definitivo”.
Los científicos asumen una y otra vez que el paradigma del momento es el “realmente” definitivo. Por eso se ven sobresaltados una y otra vez cuando comienzan a surgir nuevas explicaciones que desafían el paradigma predominante, señalando sus carencias.
Las revoluciones científicas ocurren cuando se identifican vacíos y surgen nuevas explicaciones a un mismo fenómeno por lo que se hace necesario revisar y cuestionar el paradigma vigente. Los cambios paradigmáticos, como todos los cambios en los modelos mentales, son traumáticos y producen rechazo en los que se adhieren a éstos porque las inconsistencias que se evidencian amenazan el statu quo y presagian la defunción de creencias celosamente guardadas. Por eso existe una fuerte inercia para suprimirlas. Pero las anomalías se resisten a desaparecer, lo que anuncia que las categorías del pasado ya no funcionan, que no son la verdad última.
Robert Pirsig proporciona un ejemplo de los peligros de crear categorías y después olvidar que son creaciones: “Los primeros zoólogos clasificaron como mamíferos a aquellos animales que amamantan a sus crías y como reptiles a aquellos que ponen huevos. Esto funcionó hasta que el ornitorrinco, una particular especie de pato, fue descubierto en Australia, poniendo huevos como un perfecto reptil y amamantado a sus crías como un perfecto mamífero. El descubrimiento creó gran conmoción.
¡Qué enigma!, se decía. ¡Qué misterio! ¡Qué maravilla de la naturaleza! Cuando el primer ejemplar llegó a Inglaterra desde Australia hacia el fin del siglo XVIII, los zoólogos pensaron que se hallaban frente a una falsificación.
Aún hoy aparecen artículos en revistas de ciencias naturales que se preguntan por qué existe esa paradoja de la naturaleza. Esta pregunta es el colmo del ridículo. El ornitorrinco no está haciendo nada paradójico. Él no tiene ningún problema. El ornitorrinco había estado poniendo huevos y amamantando a sus crías millones de años antes que los zoólogos lo declararan ilegal. El verdadero misterio es cómo observadores científicos, maduros, objetivos y entrenados, pudieron culpar de su error en las categorías, al pobre e inocente ornitorrinco”.
En su amnesia, uno cree que las categorías que usa para organizar el mundo provienen precisamente del mundo, en lugar de ser algo que uno inventó y luego incorporó a su modelo mental. Los zoólogos olvidaron que fueron ellos mismos quienes crearon la distinción entre mamíferos y reptiles. La “mamalidad” no es una propiedad inherente al ornitorrinco, tanto como la longitud no es una propiedad inherente a un objeto, o la paciencia no es una calidad inherente a una persona. La longitud es una comparación entre el objeto y un patrón de medida (dos personas podrían discutir acaloradamente si una pantalla de televisión mide cincuenta centímetros o veinte pulgadas). La paciencia es una atribución que una persona hace sobre una característica de otra, basada en las observaciones de su comportamiento y la comparación de esas observaciones con sus criterios subjetivos sobre la paciencia.
Cuando todo funciona bien, es muy eficiente operar dentro de los esquemas pre-establecidos. Pero cuando aparece un problema aparentemente insoluble (como el ornitorrinco), la amnesia se vuelve inefectiva y bloquea al aprendizaje.
Antes de revisar las premisas de los modelos que usamos, debemos recordar que estos modelos y categorías no se derivan directamente de la realidad. Los paradigmas son creaciones humanas, condicionadas por los modelos mentales operantes en el momento de su creación. Para adecuar las categorías a las necesidades del presente, es necesario comprender que si el ornitorrinco hubiera sido nativo del área donde vivieron los primeros zoólogos, estos habrían creado otra forma de distinguir géneros en el reino animal.
El problema es que, aunque arbitrarias, las categorías del modelo mental operante ganan realismo y credibilidad a través de su uso continuado. Cuando las ideas retroceden a la noche de los tiempos, se vuelven rígidas y dogmáticas.
El abandono del dogmatismo es absolutamente crítico para encarar todo proceso de reingeniería. Para poder re-diseñar los procesos, es necesario recordar que lo que hoy se hace (aun cuando “siempre” se haya hecho así), es simplemente la forma en que el diseñador original resolvió el problema de acuerdo con su modelo mental y sus posibilidades. Con la evolución de la tecnología y los cambios en los mercados, es normal que este proceso deje de ser la mejor forma de operar en las nuevas circunstancias. Pero con la repetición, el proceso va adquiriendo “realidad” hasta que se vuelve la forma “natural” y “obvia” de hacer las cosas. No es nada sorprendente que la reingeniería más difícil no sea la de los materiales, sino la de los modelos mentales.
“Yo jamás iría a la hoguera por una opinión mía, después de todo no tengo certeza alguna. Por el contrario, defendería el derecho de poder cambiar de opinión cuantas veces yo quiera.”
Friedrich Nietzsche