Fostering Talent - Instituto de Desarrollo Personal y Profesional

Certificación Internacional

Liderazgo Auténtico

Módulo 6

Autoestima

Creatividad y Audacia

Es ir más allá del producto

¿Cuáles son los efectos de ir más allá del producto?

La necesidad de satisfacer permanentemente el hambre de éxito para mantener la autoestima, tiene gran impacto en la rentabilidad.

Quien no puede soportar el fracaso no tiene audacia y, sin esa audacia, no puede escalar las montañas de la excelencia.  

Collins y Porras afirman que es un mito que las compañías excelentes sean conservadoras: “Las compañías visionarias pueden aparecer rígidas y conservadoras a los observadores externos, pero ellas no tienen miedo de comprometerse a alcanzar ‘Grandes Objetivos Peludos y Audaces’ (Big Hairy Audacious Goals o BHAGs). 

Al igual que escalar una gran montaña o ir a la luna, un BHAG puede ser imponente y peligroso, pero la aventura, el entusiasmo, y el desafío tocan el corazón, suben la adrenalina y crean un inmenso impulso hacia adelante”. “Riesgo” es equivalente a “probabilidad de fracaso”, por lo tanto, cuanto más audaz sea el objetivo, más riesgo habrá en él y mayor será la probabilidad de fracaso.

Pilares de la estima personal de Branden

una visión de proceso

Una autoestima de proceso

“La raíz de la autoestima no son los logros en sí mismos, sino aquellas prácticas internas que hacen posibles los logros”.

Branden define seis “pilares” de la autoestima:

  1. Conciencia: prestar atención a lo que sucede, a lo que uno experimenta y hace, sin olvidar el contexto en el que los sucesos, las experiencias y las acciones aparecen.
  2. Aceptación: reconocer los pensamientos, emociones y acciones propias sin evasiones ni repudios; observarse con ecuanimidad, sin aprobación ni condena.
  3. Responsabilidad: comprender que uno es el autor de sus elecciones y acciones, que es responsable por su vida y bienestar. Responder a los desafíos de la vida conscientemente.
  4. Asertividad: ser auténtico en el trato con los demás, negándose a ocultar lo que uno es, o estima que es, para ganar su aprobación. Estar preparado para defender los valores e ideas propios.
  5. Propósito: identificar objetivos de corto y largo plazo y las acciones necesarias para obtenerlos. Supervisar las acciones para asegurarse de mantenerse en curso.
  6. Integridad: vivir en congruencia con lo que uno sabe y profesa. Decir la verdad, honrar los compromisos y ejemplificar con sus acciones los valores que uno sostiene.

Las virtudes y la conciencia se desarrollan a partir de una seguridad que va más allá del éxito y del fracaso, una seguridad que va aún más allá del comportamiento.

Pagamos todos un precio muy alto cuando nuestra estima personal es pobre o frágil. 

Las consecuencias de una débil percepción de sí mismo son: personales, interpersonales y organizacionales.

  • A nivel personal, uno vive estresado, siempre a la defensiva, temiendo ser devorado. Al mismo tiempo, está ansioso, siempre en estado agresivo y con la necesidad de devorar a otros para tapar el agujero negro de su autoestima. 
  • A nivel interpersonal, las relaciones se vuelven retadoras, de suma-cero (uno sólo puede ganar lo que el otro pierde), orientadas a vencer a los demás y con el temor permanente a perder la fachada (autoimagen) en manos de algún contrincante. 
  • A nivel organizacional, los objetivos empresarios son reemplazados por juegos de poder, los procesos se vuelven burocráticos y la competencia se orienta hacia otros miembros de la misma empresa, en vez de orientarse hacia los competidores. Una baja estima personal de los líderes dentro de la empresa es como una enfermedad autoinmune (como el sida o el lupus), que ataca a los órganos del propio cuerpo como si fueran invasores peligrosos.
Anclo mi identidad en aspectos externos.

Tendemos a darnos valor con frases que nos dan un estatus:

  • Soy mamá. 
  • Soy médico. 
  • Fui a Boston.
  • Estudié en Harvard, en el MIT.
  • etc.

Usamos de manera inefectiva las herramientas conversacionales

Una persona con una baja estima personal puede usar las herramientas conversacionales de manera inefectiva, inadecuada y hasta perjudicial al utilizar mal los conceptos, convirtiéndolos en armas de batalla.

Estas personas pueden exhibir los siguientes comportamientos:

  • usar la noción de responsabilidad para reprender a quien comete un error: “Debes hacerte responsable de lo que pasó (por eso mereces un castigo)”
  • imponer el aprendizaje como instrumento de dominación sobre los demás. “Debes aprender (a ser como yo quiero que seas)”
  • intentar de manera sutil controlar unilateralmente a los demás, atacándolos por no operar de acuerdo con el modelo de aprendizaje mutuo, cada vez que hacen algo que no le gusta. “Aquí hablamos mucho de aprender y trabajar en equipo, pero no hay ningún incentivo para hacerlo (si fueras un líder consistente habrías aceptado mi pedido de aumento de sueldo…)” 
  • exponer y expresar intentando probar que tiene razón y que quienes se le oponen están equivocados. “Te explicaré para que entiendas (tu error y te convenzas de que estoy en lo cierto…)”
  • indagar para buscar errores y destruir los argumentos de los demás. “¿Qué te hace creer que tienes razón? (además del hecho de ser un tonto…)”
  • negociar intentando vencer a su oponente, mientras aparenta buscar una solución mutuamente beneficiosa. “Busquemos más opciones (que se ajusten a lo que yo quiero…)”
  • resolver los problemas definiendo unilateralmente qué cuenta como solución. “Necesitamos arreglar este asunto (de acuerdo con mis intereses…)”
  • pedir sin dar al otro la oportunidad de responder. “Te pido que tengas el trabajo listo para mañana a las 9; te veré entonces. (Y ni se te ocurra declinar o contra-ofertar alegando que tendrás que trabajar toda la noche para terminarlo…)”
  • eludir los compromisos: “Haré lo que pueda (pero ni en sueños terminaré en tiempo y forma…)”
  • acusar a los demás de operar en la cima de la escalera de inferencias, sin verificar jamás sus acusaciones. “Estás hablando con un alto nivel de abstracción, al mismo tiempo que presentas conclusiones infundadas (con las que yo no estoy de acuerdo…)”

Dramas del control y autopercepción

Los dramas del control de Redfield en las personas con frágil autopercepción de sí mismas

James Redfield en su libro «La novena revelación», describe lo que él llama “dramas de control” y dice que son como danzas donde los participantes intentan “ganar” autoestima a costa de sus interlocutores. 

Redfield identifica cuatro tipos de actores en estos dramas: Los dramas se ordenan según dónde se ubique uno, en un espectro que va del agresivo al pasivo.

  • El intimidador: Por ejemplo, si alguien lo amenaza verbal o físicamente, usted se ve obligado, por temor a que le pase algo malo, a interesarse en él, y así le da energía. Al tipo de persona capaz de arrastrar al drama más agresivo lo llamamos ‘el intimidador’. Manipula en forma agresiva [a las demás] para conseguir energía [y reforzar su autoestima], ya sea apremiando a la gente para que le preste atención, de manera activa o en forma pasiva, jugando con la simpatía o curiosidad de los otros. 
  • El interrogador: Si una persona es sutil en su agresión, si encuentra defectos y lentamente va socavando su mundo para obtener su energía, esa persona sería una ‘interrogadora’. Si un niño siente que los miembros de su familia lo ignoran, recurrirá a investigar, espiar, y por último encontrar, algo malo en esas personas distantes, con el objeto de conseguir su atención y energía. Así nace el interrogador.” 
  • El distante: Menos pasivo que el ‘pobre-de-mí’ es el drama de quien tiene una actitud distante. 
  • El pobre-de-mí: si alguien le cuenta todas las cosas horribles que le están sucediendo, dando a entender que usted en cierta forma es responsable y que, si se niega a ayudarlo, esas situaciones continuarán: es el tipo de persona, que trata de controlarlo en el nivel más pasivo, es el ‘pobre-de- mí’. Todo lo que dice y hace [el pobre-de-mí], lo coloca a usted en una posición en la que tiene que defenderse de la idea de que no está haciendo lo suficiente por esa persona. Por eso se siente culpable por el sólo hecho de estar con ella.

De modo que el orden de los dramas es: intimidador, interrogador, distante y pobre- de-mí. Algunas personas usan más de uno de los dramas en distintas circunstancias, pero la mayoría tenemos un drama de control dominante que tendemos a repetir, uno que funcionó bien con los miembros de nuestra familia primaria.

Una vida sin consciencia no merece ser vivida.
Sócrates

Sin un desarrollo personal, las herramientas conversacionales no sólo son inútiles: son peligrosas. 

Al igual que un martillo, pueden ser usadas para poner un clavo o golpear una cabeza. 

Lo que determina la virtud de su aplicación es la intención del usuario. Cuando este opera desde la necesidad de satisfacer su hambre de estima personal, no hay manera de redimir la aplicación de la herramienta.