Liderazgo Auténtico
Módulo 6
Autoestima
La necesidad de satisfacer permanentemente el hambre de éxito para mantener la autoestima, tiene gran impacto en la rentabilidad.
Quien no puede soportar el fracaso no tiene audacia y, sin esa audacia, no puede escalar las montañas de la excelencia.
Collins y Porras afirman que es un mito que las compañías excelentes sean conservadoras: “Las compañías visionarias pueden aparecer rígidas y conservadoras a los observadores externos, pero ellas no tienen miedo de comprometerse a alcanzar ‘Grandes Objetivos Peludos y Audaces’ (Big Hairy Audacious Goals o BHAGs).
Al igual que escalar una gran montaña o ir a la luna, un BHAG puede ser imponente y peligroso, pero la aventura, el entusiasmo, y el desafío tocan el corazón, suben la adrenalina y crean un inmenso impulso hacia adelante”. “Riesgo” es equivalente a “probabilidad de fracaso”, por lo tanto, cuanto más audaz sea el objetivo, más riesgo habrá en él y mayor será la probabilidad de fracaso.
Branden define seis “pilares” de la autoestima:
Pagamos todos un precio muy alto cuando nuestra estima personal es pobre o frágil.
Las consecuencias de una débil percepción de sí mismo son: personales, interpersonales y organizacionales.
Tendemos a darnos valor con frases que nos dan un estatus:
Una persona con una baja estima personal puede usar las herramientas conversacionales de manera inefectiva, inadecuada y hasta perjudicial al utilizar mal los conceptos, convirtiéndolos en armas de batalla.
Estas personas pueden exhibir los siguientes comportamientos:
James Redfield en su libro «La novena revelación», describe lo que él llama “dramas de control” y dice que son como danzas donde los participantes intentan “ganar” autoestima a costa de sus interlocutores.
Redfield identifica cuatro tipos de actores en estos dramas: Los dramas se ordenan según dónde se ubique uno, en un espectro que va del agresivo al pasivo.
De modo que el orden de los dramas es: intimidador, interrogador, distante y pobre- de-mí. Algunas personas usan más de uno de los dramas en distintas circunstancias, pero la mayoría tenemos un drama de control dominante que tendemos a repetir, uno que funcionó bien con los miembros de nuestra familia primaria.
Sin un desarrollo personal, las herramientas conversacionales no sólo son inútiles: son peligrosas.
Al igual que un martillo, pueden ser usadas para poner un clavo o golpear una cabeza.
Lo que determina la virtud de su aplicación es la intención del usuario. Cuando este opera desde la necesidad de satisfacer su hambre de estima personal, no hay manera de redimir la aplicación de la herramienta.