Cuando asumimos responsabilidad, la postura y el lenguaje son activos.
Asumir que tenemos el poder de decisión conlleva a la obligación de responder por esa decisión. Nos faculta como líder, nos proyecta de manera más efectiva, aumenta nuestro poder de influir e inspirar, expande nuestras opciones y nos hace más conscientes, genuinos y auténticos.