Formación EAR
Equipos de Alto Rendimiento
Módulo 2
Aprendizaje y Poder
Habitualmente consideramos que las dificultades para aprender tienen que ver con trastornos del sistema nervioso o con alteraciones patológicas de la psiquis. Sin negar que en algunos casos ocurra así, podemos afirmar que las mayores dificultades que experimentamos en nuestra habilidad de aprender son, paradojalmente, aprendidas. Toda cultura desarrolla sus propios “enemigos del aprendizaje”, enemigos que son enormemente poderosos, sobre todo porque son invisibles para aquellos que los sufren. (Julio Olalla)
Por un lado, hay personas que, a menudo, no ven lo nuevo como nuevo. Más bien, lo ven como más de lo viejo, como algo que ya conocen. Su principal declaración es, “yo ya lo sé”. El principal obstáculo para aprender cuando declaramos, “yo ya lo sé”, es nuestra resistencia a abandonar nuestros supuestos. Cualquier nuevo suceso, cualquier dominio de acción es, de alguna manera, una amenaza para esa coherencia. A menos que estemos dispuestos a desprendernos a nuestras formas usuales de dar sentido a las cosas, puede resultar difícil abrirse a lo nuevo y reconocerlo. Esta es una de las principales ventajas que los niños tienen sobre los adultos. Los niños no sólo tienen menos supuestos que defender, están más dispuestos a desprenderse de los que tienen. Normalmente, están menos preocupados de preservar lo que saben. Ser niño es vivir en el asombro del descubrimiento de dominios de acción que ni siquiera éramos capaces de anticipar que existían.
Hay quienes han desarrollado ansiedad por tener todo claro permanentemente. Cualquier momento de confusión, de duda, de preguntas, es evitado a toda costa. No han aprendido emocionalmente a vivir las incertidumbres y oscuridades del camino. Como resultado se alejan de las preguntas, se atrincheran en sus respuestas e impiden comenzar sus procesos de aprendizaje. No admiten que para llegar a saber pasamos por el no saber y que para llegar a la luz hay trechos de oscuridad. Cualquier pregunta que enfrentan viene acompañada de un desenfrenado deseo de respuestas, terminando por evitar las preguntas mismas, privándose así de pensar y, obviamente, de aprender.
Si existe un enemigo del aprendizaje hiper desarrollado en nuestro tiempo, es este. La excusa es no tengo tiempo. El mundo no me deja aprender. Soy víctima de la vorágine cotidiana. Jamás nos lo planteamos como un problema de asignación de prioridades, porque en ese caso lo tendríamos que admitir como responsabilidad propia.
Este es uno de los enemigos más brutales del aprendizaje por las consecuencias sociales que produce. Así como el grave “pretende” seriedad sin conseguirla, quien vive en la trivialidad no puede, por su parte, hacer nada seriamente. Su manera preferida de ocultarse es riéndose de los demás mientras se defiende a toda costa de la posibilidad de reírse de sí mismo.
Confunde la liviandad con la mofa, generando a su alrededor una atmósfera de intimidación por el ridículo, que hace que quienes lo rodean eviten expresarse sincera y libremente.
Cuando la trivialidad se transforma en la emocionalidad predominante en una cultura, los resultados serán mediocres. Quienes participaron en ella se miden con los estándares más bajos y el resultado es una buena dosis de sufrimiento disfrazado de “buena onda”.
Para lograr el nivel de transparencia que acompaña los niveles más altos de competencia, el aprendizaje debe ser corporalizado. Todo aprendizaje involucra una alteración del cuerpo del aprendiz para desempeñar las acciones del nuevo dominio. Producir la transparencia necesaria de la práctica. Las nuevas acciones deben realizarse recurrentemente hasta que el cuerpo pueda producirlas naturalmente, sin reflexión.
El aprendizaje tiene lugar en el cuerpo del aprendiz. Por cierto, para que se produzca esta alteración corporal, el sistema nervioso del aprendiz debe modificarse de un modo u otro. Sin embargo, cuando hablamos de la corporalización no sólo estamos refiriéndonos a cambios particulares del sistema nervioso. Estamos apuntando a un dominio conductual. Simplemente estamos diciendo que el cuerpo del aprendiz debe ser capaz de desempeñar acciones que no era capaz de realizar antes. Cualquier cosa que hagamos, la hacemos con nuestro cuerpo.
Cuando se reconoce esto, nos alejamos del supuesto que el aprendizaje es un proceso que sólo tiene lugar en la mente.
El aprendizaje requiere apertura a lo nuevo y una disposición a cuestionar lo que conocemos. Estas son predisposiciones emocionales para aprender. Sin ellas el aprendizaje no puede ocurrir. Existen dos emociones típicas que impiden el aprendizaje. Una es la arrogancia y la otra la soberbia. Ambas se caracterizan por la no disposición a escuchar, característica que las convierte en emociones enemigas del aprendizaje. Para que el aprendizaje suceda, primero debemos actuar para producir un cambio emocional, debemos estremecer el estado de ánimo de arrogancia existente. Al estremecer nuestra arrogancia, generamos un estado de ánimo de disposición al aprendizaje. Esta disposición nos permite ver lo nuevo como nuevo, no como algo que ya conocemos.
Dijimos que un primer paso en el proceso del aprendizaje es reconocer que no sabemos. A esto lo llamamos nuestra declaración de ignorancia.
Un segundo paso es encontrar a alguien de quien podamos aprender, alguien que nos pueda enseñar. A esto lo llamamos nuestra declaración de maestro. Advirtamos que no hemos dicho que este segundo paso implique “encontrar” un maestro, sino “declarar” uno. Cuando declaramos a alguien como nuestro maestro, le otorgamos confianza y autoridad.
“El coraje es la más importante de las virtudes porque sin coraje no se pueden practicar otras virtudes consistentemente.”
Maya Angelou
Reflexión
La actualidad nos exige dominar una nueva habilidad:
“Aprende a Aprender”
Este proceso implica
La capacidad para el cambio no puede ser programada efectivamente dentro de sistemas y procedimientos tradicionales. Las organizaciones necesitan gente que pueda pensar por sí misma y responder instantáneamente a lo que se necesita y se desea, como una competencia fundamental. Es por esto que, en el ámbito organizacional, el Líder de un EAR desarrolla habilidades de relación, liderazgo, creatividad, aprendizaje, comunicación, integración y trabajo en equipo.
¿Estás verdaderamente dispuesto a ser un líder más efectivo?
Será necesario un cambio personal.
¿Estás dispuesto a dejar de tener razón en algunas oportunidades?
Posiblemente te resulte incómodo.
¿Estás dispuesto a realizar el esfuerzo?
Se te reclamará compromiso.