Ya descubrimos que en la columna izquierda se “esconde” mucha información importante, pero que al no expresarse se convierte en desecho tóxico.
¿Qué hacemos con estos desechos tóxicos?
En las conversaciones difíciles a veces optamos por “escupir nuestra verdad” creyendo que sentiremos alivio, y en realidad no es así.
Esos pensamientos y sentimientos “en bruto” contaminan el medio psico-social donde se desenvuelven nuestras relaciones y nuestro propio bienestar. La descarga genera agresión y hostilidad. Impide solucionar los problemas y destruye el respeto mutuo.
También tendemos a tragarnos nuestros pensamientos y sentimientos, porque si los expresamos “las cosas se pondrán peor de lo que están”.
Esto tampoco resulta. El silencio ayuda a evitar enfrentamientos inmediatos, pero no genera soluciones. Ocultar información relevante no permite descubrir y afrontar dificultades.
Si un conflicto real permanece oculto, las personas pierden gran cantidad de tiempo discutiendo asuntos menores. Las relaciones interpersonales se dañan. Entretanto, los desechos tóxicos están en nuestro vientre.
Estamos frente a un cuatridilema, es decir, un dilema que nos pone ante cuatro alternativas:
Si no desea descargar el “veneno” de sus pensamientos y emociones no expresados en sus conversaciones y tampoco quiere tragarlo, ¿qué puede hacer? Puede procesarlo.
¿Cómo detoxificar?
Para hacer fácil una conversación difícil, necesitamos:
Para ello es indispensable:
“Una buena conversación debe agotar el tema, no a sus interlocutores”.
Winston Churchill