ft_marca_sobre_obscuro
mtc_logo
Microhabilidad Tipos de Conversaciones

Conversaciones Difíciles

Una conversación es difícil porque nos sentimos amenazados en lo que hacemos (la tarea), en nuestras relaciones y también a nivel individual, es decir, en nuestro yo.

Toda conversación tiene tres niveles o aspectos:
  1. Operacional: la tarea, el “eso”, es decir la dimensión impersonal.
  2. Relacional: el “nosotros”, la relación, la dimensión interpersonal.
  3. Individual: es el “yo” o la dimensión personal.

En el proceso de análisis de estos tres aspectos surgen interrogantes que contribuyen con su abordaje, tal como veremos a continuación.

La tarea: aspecto operacional de una conversación difícil

Tiene que ver con la tarea en ejecución.

Las conversaciones más difíciles implican desacuerdos con respecto a:

  • Lo que sucede.
  • Lo que ha provocado que las cosas resultaran tal como son.
  • Motivo por el cual ocurrieron. 
  • Lo que debería ocurrir a continuación.
  • Lo que sería necesario hacer para que eso fuera posible

También surgen preguntas como: ¿Quién dijo tal cosa? ¿Quién hizo tal otra y por qué las personas dijeron o hicieron o esas cosas? ¿Quién actuó correctamente? ¿Quién actuó incorrectamente? ¿Quién debería ser elogiado? ¿Quién debería ser reprendido?

Dificultad de la conversación a nivel de la tarea.

En este nivel la situación es siempre mucho más compleja de lo que cualquiera de las partes puede percibir.

Tanto porque existen hechos relevantes que sólo conoce una de las partes como porque existen pensamientos y sentimientos importantes que no hemos dado a conocer.

No obstante, cada interlocutor cree saber todo lo necesario para comprender acabadamente lo que estás sucediendo.

El objetivo es demostrar que “Yo tengo razón y tú estás equivocado”.

Nosotros: aspecto relacional

Tiene que ver con los vínculos que se establecen y las emociones que sienten los involucrados.

“Las conversaciones más difíciles implican dudas acerca de la manera de relacionarse.” 

Las preguntas que suelen surgir son: 

¿Tenemos un vínculo estrecho? ¿Estamos alineados? ¿Tenemos un propósito común?  ¿Nos brindamos colaboración? ¿Podemos sentir confianza mutua? ¿Nos respetamos? ¿Alguna situación crítica ha puesto en peligro nuestra relación? ¿Qué opinas de mí? ¿Qué opino de ti? ¿Qué debería hacer con respecto a ti y tus opiniones?  ¿Qué deberías hacer tú con respecto a mí y mis opiniones?

La dificultad surge cuando las preguntas que nos hemos planteado anteriormente no están resueltas.

En el nivel de las relaciones, del nosotros, las hipótesis y las expectativas no expresadas pueden generarnos desilusión y resentimiento hacia el otro.

Cuando a una conversación difícil le sumamos la crítica, la actitud defensiva se transforma en desprecio. 

Como consecuencia, terminamos por distanciarnos mutuamente y perdemos el sentido de la solidaridad. 

Llegamos a la conclusión de que habría sido inútil hablar francamente sobre lo que ocurre porque estamos claramente en desacuerdo. 

Suprimimos nuestros sentimientos y evitamos hablar sobre la relación.

Yo: aspecto individual

Este aspecto tiene que ver con la identidad y la autoestima de las personas involucradas en una conversación difícil.

En las conversaciones difíciles las personas creen que su sentido de la identidad y su auto- estima está en riesgo.

Las preguntas más frecuentes que contribuyen a ser más conscientes de este aspecto son: ¿Cómo me siento? ¿Qué significa esta situación para mí? ¿Mis sensaciones son pertinentes? ¿Qué es lo que esto revela sobre mi persona? ¿Debería decirlo u ocultarlo? ¿Qué pensarán los otros de mí? ¿De qué manera influirá eso en mi bienestar?

Una conversación difícil es, precisamente, difícil porque nos sentimos amenazados en los tres aspectos: operacional, relacional e individual.

Sentirnos amenazados nos coloca a la defensiva y esto pone al descubierto el controlador arrogante que podemos ser, que cree que sabe sin equivocarse, lo que está ocurriendo y también anticipa lo que debe ocurrir. Y sin embargo está equivocado.

Dificultades en la conversación a nivel individual.

Las dificultades también se dan cuando generalizamos, etiquetamos, o creemos que adivinamos lo que piensa el otro derivado de los mapas mentales.

En el nivel individual, cuando la imagen que tenemos de nosotros mismos es cuestionada nos sentimos avergonzados y amenazados. Caemos en lo que David Burns denomina “pensamiento polarizado”, una lógica del todo o nada según la cual somos totalmente competentes o totalmente incompetentes; totalmente buenos o totalmente malos; totalmente meritorios o totalmente carentes de mérito, sin un punto intermedio.

Por lo tanto, cualquier cosa menos que perfecto, es horrenda y cualquier cosa menos que un elogio es un insulto. Nos esforzamos por proteger nuestra identidad, proclamando que tenemos toda la razón y el otro está totalmente equivocado. (El otro, por supuesto, se siente igualmente amenazado y también adopta una actitud defensiva, lo cual crea una situación irresoluble).