Fostering Talent - Instituto de Desarrollo Personal y Profesional

Certificación Internacional

Liderazgo Personal

Módulo 3

Libertad Incondicional

Responsabilidad

Si hacerse responsable y protagonista es tan efectivo, si desligarse del problema y verse como víctima es tan inefectivo, ¿por qué las personas tienden a actuar como víctimas y no como protagonistas? Porque creemos que la seguridad y la felicidad se consiguen mediante la aprobación del otro; porque creemos que el bienestar y el éxito se derivan de la inocencia y el complacer a los demás. En nuestra mente infantil, ser responsable equivale a “ser causante” o “culpable” de algo. Y ser culpable es algo malo. No sorprende que uno defienda su inocencia desapegándose del problema.

Ejemplos: Al preguntar a la gente por qué atiende el teléfono o detiene su automóvil en una luz roja, la mayoría responde que atiende el teléfono porque suena o que detiene su automóvil porque el semáforo se pone rojo. Esta explicación condiciona su comportamiento a un factor del entorno. No hay lugar en esta teoría para la elección consciente: la persona es un robot que responde a estímulos externos según reglas pre programadas. Esto no puede ser correcto. Todos hemos tenido experiencias de no atender un teléfono que suena, o no detenernos ante una luz roja. La explicación debe incluir algo más. Por supuesto, este “algo más” resulta incómodo ya que nos saca del escondite y nos deja al descubierto. Cuando el teléfono suena en medio de una reunión y, encogiéndome de hombros, le digo a mi interlocutor: “disculpe, tengo que tomar el llamado”; en rigor de verdad estoy mintiendo. No tengo que tomar ningún llamado. Más bien elijo tomarlo (en posible detrimento de la conversación que estoy sosteniendo). Es mucho más fácil echarle la culpa al teléfono que asumir responsabilidad por la interrupción. Es como si le dijera a mi interlocutor: “si esto le molesta, moléstese con el teléfono; no conmigo. yo no tengo nada que ver”.

¿RESPUESTA CONDICIONADA AL ENTORNO?

Todo comportamiento se origina en la conciencia del ser humano (sus modelos mentales). Lo que ocurre fuera de esa conciencia no induce a la acción; simplemente la influye. Uno no responde al teléfono porque suena, ni detiene su automóvil porque se enciende la luz roja del semáforo, ni hace cualquier otra cosa a causa de lo que ocurre en su entorno. Uno elige hacer lo que hace como respuesta a la situación que percibe, elige actuar de la manera como lo hace, porque le parece que es la mejor posible (dadas las circunstancias) para perseguir sus intereses de acuerdo con sus valores. Los hechos externos no son estímulos, sino información. 

Respondemos al teléfono cuando oímos que suena, porque queremos comunicarnos con la persona que llama; frenamos cuando percibimos que el semáforo pasa del verde al rojo, porque no queremos sufrir un accidente. Hacemos lo que hacemos cuando recibimos la información de nuestro entorno, porque pensamos que esa es la manera más eficiente para alcanzar nuestros objetivos dentro del marco de nuestros valores. Cuando contestamos el teléfono en medio de una reunión, nuestra declaración verdadera es: “entiendo que tomar esta llamada implica interrumpir nuestro diálogo, pero prefiero hacerlo ya que me interesa más averiguar quién es que está llamando que mantener el flujo de la conversación”.

Esto suena mucho menos “gentil” que disculparse por tener necesidad de atender el teléfono. Pero la gentileza aparente que viene aparejada con la irresponsabilidad no es más que hipocresía. La verdad es que me interesa más contestar el teléfono que continuar la conversación; por eso es que elijo hacerlo.

Consciencia de la capacidad de elección 

Independientemente de la naturaleza de sus circunstancias, el ser humano puede prestar atención, darse cuenta y elegir cómo responder. En su libro Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, Stephen Covey cita una frase que tuvo un fuerte impacto en su vida: “Entre el estímulo [y la reacción], hay un espacio. En ese espacio yace nuestra libertad y el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta yacen nuestro crecimiento y nuestra felicidad”. Esta frase resume la diferencia entre el modelo del estímulo-reacción y el de información respuesta; entre la reactividad y la responsabilidad.