Liderazgo Auténtico
Módulo 7
Humildad Ontológica
“Las personas ven el mundo de diversas maneras. El modo en que actuamos frente a esas diferencias nos define como ‘controladores’ o ‘aprendices’. Los controladores proclaman que saben cómo son las cosas, cómo deben ser y qué debe hacerse. Dan muchas órdenes y formulan pocas preguntas. Los aprendices son curiosos y humildes, tienen menos certezas acerca de la interpretación de los hechos, y de lo que debe hacerse al respecto. Son más inquisitivos que directivos. Suelen tomar en cuenta los puntos de vista de los demás en lugar de imponer los propios.
En tiempos de cambio, los aprendices heredarán la Tierra, mientras aquellos que sigan apegados a sus antiguas certezas se encontrarán bellamente equipados para tratar con un mundo que ya no existe.”
Los controladores fundan su auto-estima en tener la razón, o al menos en convencer a otros de que la tienen. Manejan las situaciones imponiendo sus opiniones a los demás y proclamando que esas opiniones son “la verdad”. Se sienten satisfechos cuando eliminan todos los puntos de vista opuestos a los suyos y logran que todos estén de acuerdo con ellos. Creen que ven las cosas como son y que aquellos que las ven de otra manera están equivocados.
Los aprendices fundan su auto-estima en tener una actitud abierta, e invitan a todos a compartir sus puntos de vista. Tratan de manejar las situaciones logrando consensos. Exponen tranquilamente sus opiniones, a las que consideran evaluaciones razonables, e invitan a los otros a presentar sus distintas opiniones con la intención de promover el mutuo aprendizaje. Saben que tienen su propia percepción de las cosas y que su punto de vista es sólo una parte de un panorama más amplio.
Jean Piaget, el psicólogo suizo que teorizó sobre el desarrollo cognitivo, realizó un experimento revelador. Se reunió con un conjunto de niños y le entregó a cada uno de ellos un bloque de madera que podían examinar. El bloque tenía un lado pintado de verde y otro pintado de rojo. Sentado cara a cara con el niño, Piaget sostenía el bloque entre ambos. Él veía el lado rojo y el niño el lado verde. Le preguntó entonces al niño qué color veía. La respuesta siempre fue correcta: “verde”. Luego hacía una aguda pregunta: ¿Qué color crees que veo yo?
La mayoría de los niños de menos de cinco años respondían: “verde”. No eran capaces de comprender que la persona que estaba al otro lado de la mesa pudiera ver algo diferente. Los niños mayores daban la respuesta correcta. Comprendían que mientras ellos veían el lado verde, el investigador veía el rojo. Estos niños demostraron que habían desarrollado sentido de la perspectiva, la habilidad para considerar una situación desde el punto de vista del otro.
Después de trabajar como consultor durante quince años, debo informar con tristeza que muchos ejecutivos no aprendieron esta lección básica. Nunca cuestionan la validez absoluta de su propio punto de vista. Suponen que si piensan que el informe es un desastre, ese informe debe ser un desastre. Ven el consabido lado verde del bloque y dan por sentado que los que están del otro lado también deben verlo verde. A menudo, estos ejecutivos tienen más de cuarenta y cinco años, pero se comportan como si tuvieran cuarenta años de experiencia en ser niños de cinco años. Su desarrollo se ha detenido a causa de su arrogancia ontológica.
Michelle, mi hija de cinco años, dice que no le gusta el brócoli porque es asqueroso. En realidad, ocurre lo contrario. Michelle dice que el brócoli es “asqueroso” porque a ella no le gusta. Por supuesto, ella no lo ve de esa manera. Cree que todas las personas a quienes les gusta comer brócoli no tienen sentido del gusto: un caso típico de arrogancia ontológica. La ontología es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza de la realidad. La arrogancia ontológica es la creencia de que la propia perspectiva es la privilegiada, de que la suya es la única forma de interpretar una situación. Si bien es una característica normal, e incluso simpática en un niño, es mucho menos encantadora en los adultos. Desafortunadamente, es la predominante.
… En situaciones complicadas, solemos asumir que vemos las cosas tal cual son. No es así. En realidad vemos las cosas tal como se presentan para nosotros. Compruebe esto por sí mismo. ¿Cuándo fue la última vez que se encontró con un “idiota” que pensaba exactamente como usted? ¿Cree que las personas no están de acuerdo con usted porque son idiotas? ¿O los califica de idiotas porque no están de acuerdo con usted? Lo opuesto a la arrogancia es la humildad. “Humildad” proviene de la palabra latina humus, que significa suelo. Una persona humilde no se considera superior a los demás. No pretende detentar una posición privilegiada. La humildad ontológica es la comprensión de que nadie tiene un derecho especial sobre la realidad o la verdad, que los demás tienen perspectivas igualmente válidas que merecen respeto y consideración. Hay muchas maneras de ver el mundo, y cada una tiene sus zonas luminosas y sus zonas oscuras. Sólo desde la perspectiva de la humildad ontológica es posible dar cabida a esa diversidad e integrarla en una visión más abarcadora. La humildad ontológica puede comprenderse con el intelecto, pero no es la actitud natural del ser humano. Requiere, por lo menos, el desarrollo cognitivo de un niño de seis años.
… Es necesario comprender que nuestras percepciones están condicionadas por nuestro modo de ver personal. Otras personas pueden tener percepciones diferentes e igualmente válidas, derivadas de formas de ver diferentes e igualmente válidas. La humildad ontológica no significa renunciar a la propia perspectiva. Es indudablemente humilde afirmar que algunas circunstancias son “problemáticas” en tanto le agreguemos “para mí”, lo cual constituye un reconocimiento explícito de que la misma circunstancia no parece ser problemática “para ti”. La humildad es compatible con la convicción de auto afirmarse; lo que cada persona ve es totalmente válido. La humildad es incompatible con negar a los demás; sus puntos de vista son igualmente válidos. Vivimos en un mundo pleno de sentido, donde nuestras experiencias son significativas porque nuestras mentes están constantemente interpretando nuestras percepciones. Nosotros no procesamos la información como lo hace una computadora. Le atribuimos un sentido a nuestro mundo y desarrollamos una comprensión de lo que está sucediendo dentro de nosotros. “Atribuimos” ese sentido en nuestra mente, no lo tomamos del exterior. Denominaremos modelos mentales a nuestros sistemas de atribución de sentido.
En el módulo 4, al abordar la efectividad comunicacional, nos detuvimos en revisar cómo se entretejen nuestros modelos mentales.
Hagamos un repaso:
Al incorporar en los procesos de comunicación y conversacionales el tema de los modelos mentales y/o percepciones como filtros que nos hacen ver la realidad a través de nuestra propia interpretación y experiencia individual, hace que los significados sean muy variados y la comunicación mucho más compleja. Los filtros suavizan la interacción.
Nos indica que tiene ciertos alcances que hace que podamos percibir la realidad hasta donde nuestro sistema biológico nos lo permita. Nuestro mecanismo biológico define tanto el rango de las percepciones posibles como el de las acciones posibles. Por ejemplo, los perros escuchan notas muy agudas que nosotros no escuchamos.
Creemos que describimos la realidad a través del lenguaje, lo que en realidad sucede es que el lenguaje determina nuestras experiencias. “En esencia no hablamos acerca de lo que vemos… más bien vemos solo aquello de lo que podemos hablar”.
Se refiere a una serie de conductas, lenguajes específicos, maneras de ser, de ver y responder de un grupo de personas que comparten un espacio común. Podemos referirnos a la cultura de una familia, la cultura de un equipo de trabajo, la cultura de una corporación, la cultura de un país.
Cada persona tiene una combinación muy particular de historia, género, familia, educación e influencias que los afirman o los minimizan. Una persona también tiñe la realidad con los lentes de su propia vida, es decir su modelo mental, muy particular, a través del cual filtra los significados con los que se comunica con otros.
El aprendizaje es base para trabajar en nuestra humildad ontológica. Nos permite ejercitarnos en el devenir permanente de un desarrollo consciente y construir nuevos modelos mentales que nos posibiliten estar actualizados con los resultados que buscamos.