Certificación Internacional Coordinación Efectiva de Acciones
Desde nuestra tradición se asume normalmente que cada individuo nace dotado de una particular forma de ser; que cada uno, en consecuencia, posee una manera de ser permanente, fija o inmutable. La vida, desde esta perspectiva, es un espacio en el cual esta forma de ser, se revela y despliega. Por lo tanto, nos permite descubrir cómo somos realmente. La ontología del lenguaje asume una posición radicalmente diferente. Ella sostiene que la vida es el espacio en el que los individuos se inventan a sí mismos.
Sujetos a condicionamientos biológicos y naturales, históricos y sociales, los individuos nacen dotados de la posibilidad de participar activamente en el diseño de su propia forma de ser. El ser humano no es una forma de ser determinada, ni permanente. Es un espacio de posibilidad hacia su propia creación. Y aquello que lo posibilita es precisamente la capacidad generativa del lenguaje. A partir de las bases de condicionamiento mencionadas, los individuos tienen la capacidad de crearse a sí mismos a través del lenguaje. Nadie es de una forma de ser determinada, dada e inmutable, que no permita infinitas modificaciones.
Es una interpretación que nos permite conferirnos sentido como seres humanos de una manera poderosa. Sobre todo, esta interpretación nos permite ganar dominio sobre nuestras propias vidas, al jugar un papel activo en el diseño del tipo de ser en el que quisiéramos convertirnos. Esta es la promesa que nos formula la ontología del lenguaje para el futuro. Lo que merece a estas alturas ser destacado, es que el lenguaje no es, como se ha visto, el foco ni la preocupación principal de la ontología del lenguaje. El foco de atención de la ontología del lenguaje son los seres humanos.